lunes, 9 de noviembre de 2015

Ecevit



Cogió su ordenador como todas las noches, después de haber visitado algunos clientes para mostrar el portafolio de servicios de publicidad (marketing y diseño) para aquella firma de moda prestigiada: Madrid-Alicante-Barcelona; ese era el recorrido habitual para visitar agencias afiliadas.

Beber el acostumbrado capuccino por la tarde y la lectura en la Plaza, justo frente al malecón en Catalunya. Formas y colores, figuras tomadas de la inspiración de Gaudí o quizá algo de surrealismo al estilo Dalhí. Caminó en silencio sumergido en sus pensamientos, solitario... vestía pantalón negro como la misma noche y una chaqueta sencilla deslavada de la misma tonalidad: sus grises ojos apuntando a la luna.. ahí arriba las Pléyades; sus favoritas destellantes en el firmamento; esa miriada de pequeñas perseguidas eternamente por el toro con un rubí por cuernos.

Nadie le espera en casa, tan solo la mesita de noche en donde ha guardado sueños y memorias... esperanzas. Enciende la pequeña lámpara para plasmar lo que la imaginación le dicta; me ha confesado entre charlas que en el arte encuentra la forma de exorcizar su alma, su psique. Algunas pesadillas, temores, alegrías y tristezas. Un trazo aquí y allá... puedo claramente visualizar la firmeza y pulcritud de cada uno de ellos; el sentimiento plasmado.

Entre charlas ha confesado que erró de vocación. Había estudiado en el Seminario y se ordenaría en el sacerdocio hasta que conoció a quien fuese el amor de su vida, decidió abandonar sus planes de vida para desposarse con ella. Breve fue la bendición cuando se alejaron y nunca más supo de Elizabeth. Desde entonces su soledad sería la fiel compañera. Optó por dedicarse al arte y empeñarse en ser el mejor en su ramo... así lo fue.

En cierta ocasión diseñó y construyó una edificación propia para las reuniones taciturnas, eran verdaderas tertulias para compartir la cultura, el arte, la filosofía y la ciencia. Corría el año 2005 cuando se abrieron las puertas y el 14 de Septiembre conoció a quien sería un nuevo amor. Yo.

Recuerdo muy bien esa tarde; investigando en la red fue que encontré la dirección y al ver la imagen para entrar; recordé que hace años la había visto ya... no pude resistirme a la invitación para ser parte de ellos. Envié un mensaje para saber los requisitos de admisión y lo dirigí a Monsieur, tan conocido... tan admirado y querido por gente alrededor del mundo.

Al recibir respuesta la siguiente tarde, no quise prolongar la cita y acudí al llamado... recuerdo un pasillo negro, cortinas aterciopeladas en color rojizo, candelabros alumbrando las habitaciones vacías... un poco de polvo y una inscripción que encontré escondida y al parecer nadie, más que el creador conocía: *"Qui oculos abent advidentum et non viebscondita est ab oculis omnimun viventiundent"Cuando se me abrieron las puertas, entré a la sala de reunión con una nota que decía: "Con calma y sin prisa... así espera la noche su llegada; envía un susurro y acudiré a tu llamada".Interrumpió mi lectura sigilosamente, saludó con la elegancia y amabilidad que lo caracerizaba preguntándome cómo era que había encontrado "Requiem" y le respondí. Me contó sobre el inicio, instruyéndome sobre los miembros más antiguos y participativos. Me mostró los rollos y libros en la biblioteca que construía, una verdadera colección y compilación de muchos clásicos. Ahí conocí nuevos autores y formas de pensamiento revolucionario, algunos poetas malditos; otros inéditos y obras que los mismos miembros de la comunidad escribían. Leí el primero de él... comenzaba a adentrarme a su mundo ignorando que pronto caería en su abismo.

-De los sueños de un hada 2011-

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